sábado, 10 de diciembre de 2011

Arte – Textil Contemporáneo



Pilar Tobon
Presidenta / World Textil Art

La organización de World Textil Art fundada en 1997 en la ciudad de Miami USA, está dedicada exclusivamente a la promoción y difusión internacional del arte Textil Contemporáneo, y a la promoción de artistas de Textiles de los 5 continentes.
Entre los años de 1997 y 2011 World Textile Art ha presentado 6 Bienales Internacionales en distintos países de América latina, considerada esta como la única Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo nómada, llevando a todos los rincones de América importantes artistas de más de 70 países del mundo.

La organización también coordina grandes exposiciones y proyectos fuera de sus bienales.

Hoy es un placer inaugurar en México nuestra VI Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo, seis diferentes salones, talleres y un Congreso Internacional de tres sedes, Xalapa, México DF y Oaxaca, con la fusión de Múltiples Museos, Centros Culturales, Galería de Arte y Universidades en el marco de la IV Bienal.

Seis salones con magnificas obras dentro de una variedad de elementos, materiales y técnicas, donde el concepto textil adquiere una dimensión mayor, amplia y de grandes diferencias estilísticas en relación con las generaciones anteriores: el tapiz, como tejido, deja de tener vigencia y entra a concebirse como “ OBRA TEXTIL”.
La actual propuesta con su tema AIRE apela a técnicas fuera de las telas y en ocasiones son los materiales los que generan sus propias invenciones, sus propias técnicas que sirven para distinguir al artista.
Para esta generación el textil se convierte en un reto donde propone, comprobar, investigar y exaltar son acciones propias de su reflexión o contraposiciones encaminadas a producir un arte con enfoque muy personal donde nadie se parece a nadie y las influencias desaparecen al enfrentar a materiales diversos.

“Consideramos el lenguaje artístico textil contemporáneo y las nuevas tecnologías un reto continuo”

“ We consider the language of contemporary textil art and new technologies as a continuous challenge”

El manipular y transformar los lleva a propuestas radicales y formas libres. Hoy este grupo de artistas internacionales, proponen diversas maneras en el enfoque y evolución de los mismos. Son ecléticos en las conclusiones que están siempre en pro del enriquecimiento de la fibra como medio creativo.
El deterioro causado tanto por la insistencia en darle validez a lo conocido, como el desconocimiento de este campo por la mayoría de los Museos y galería de Arte, ha retardado paso a paso el reconocimiento al nuevo Arte- textil Contemporáneo; cuya aparición es continua a pesar de los tropiezos encontrados en el ámbito artístico internacional.

Si la primera generación, además de la trayectoria alcanzada hasta el momento, abrió un camino, la segunda ósea el “Arte –textil Contemporáneo” se contrapone a la primera en todo. Hoy grandes Museos, centros Culturales, y Galerías de Arte, abren sus puertas al Arte Textil, como cualquier otra expresión artística más.



viernes, 9 de diciembre de 2011

BIENVENIDOS - WELCOME




Leticia Perlasca Núnez
Secretaria de Turismo y Cultura

La creación de formas de arte utilizando técnicas de arte textil y material textil es tan antigua como el deseo humano de auto expresarse e interactuar con el medio ambiente. Hoy en día las industrias textiles y las formas artísticas relacionadas con los textiles son aun, como en los tiempos prehispánicos, una viva manifestación de nuestra cultura y modo de vida. No sólo en la forma en que nos vestimos, sino en cosas menos comunes tales como el arte, descubrimos un medio versátil y no convencional para expresarnos. Más aun, los materiales textiles son por definición un mundo sustentable.

La VI Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo World Textil Art – Aire pretende detonar desafíos poco comunes para los artistas. Pretende asimismo permanecer abierta y sensible hacia la diversidad de medios y formatos por ellos elegimos, dentro de las corrientes contemporáneas del arte que se vale del material textil como elemento básico para abrir grandes posibilidades, incluyendo el arte objeto y la antigüedad, más que una simple técnica, un don sagrado, se convierte ahora en la obra de arte misma. Sostenido y desarrollado por las culturas milenarias, caído luego fuera de las corrientes mayoritarias del arte occidental, el arte textil merece una bienal. Saludo con agrado esta iniciativa de crear un espacio de reflexión y exploración de un medio común a todo ser humano: el textil.



Porfirio Carrillo Castillo
Secretario Académico / Universidad Veracruzana

Las tres grandes culturas de Veracruz Olmeca, Huasteca y Totonaca, nos han maravillado con el esplendor de su arte usando incluso las fibras que conocíamos y cultivaron; textiles; hilos, colores, texturas, tientes, que a lo largo de siglos urdieron celebraciones y cosmovisiones, tramas relatoras de la naturaleza y de la vida.

En la Universidad Veracruzana esta tradición se respeta, se estudia, se recrea y redescubre. En la búsqueda constante de nuestro origen y futuro sabemos que el algodón, la seda, el yute, la lana, el lino, el henequén, las plumas, ente otros, son materiales de creación y de estudio de alto valor.

En nuestra universidad los orígenes de la creación en textil reconocen el trabajo pionero de la Dra. Yosi Anaya, su paciencia, dedicado, explosivo y luminoso trabajo nos ha llevado a conocer y apreciar mejor el arte hecho con textiles. En Xalapa importantes creadores han contribuido a acrecentar esta gran tradición: el fundacional trabajo de Mayra Landau, cómo no recordar la estupenda obra de Laura Olguín, así como proyectos que han intervenido en nuestros espacios como el Primer Encuentro internacional de Arte Textil Miniatura, Seis Artistas de Textil en México y múltiples exposiciones tanto del arte textil tanto tradicionales de nuestro pueblos originarios como de artistas residentes y visitantes nacionales e internacionales.

Por todo ellos en la Universidad celebramos ser sede de la IV Bienal Internacional de Arte Textil Contemporánea, promovida desde la visión monumental de la Organización Mundial de Arte Textil ( World Textil Art). El incansable trabajo de la Dra. Anaya y le apoyo de nuestro instituto de Artes Plásticas, ha hacho posible recibir la VI Bienal Internacional de Artes Textil Contemporáneo World Textil Art – Aire en Xalapa, en nuestra Universidad.

lunes, 7 de noviembre de 2011

LINEA Y CUERPO



Tan lejos y tan cerca
Tinta sobre pasta policronada.

EL DIBUJO EN LINEA Y CUERPO

Elijo la mitad del libro como un lugar apropiado para dialogar acerca de los dibujos que aquí se exponen, dándole cuanta que hay marcadas distancias estilísticas las cuales me permitieron en los dos ejemplares – en el primero en coedición con Iván – crear una especie de ritmo agrupado sutilmente los dibujos. Muchos de darán cuenta de ello sin embargo es necesario mencionar algunos ejemplos ya que son idóneos para hacer un breve y necesario análisis particular sobre el dibujo en el escenario local.

Al principio podemos ver que el trabajo joven suele vincularse a las tradicionales introspecciones que el artista menciona varias veces cuando emite un pequeño discurso sobre su obra. Estos enfoques a su ya insistido “mundo interior” en muchos casos puede ser un autogol hacia la renovación que el artista espera obtener como profesional de la imagen. Estamos en tiempos donde el aura ya se quedó con los vientos modernistas – aun vigentes – y donde la comunicación es material indispensable en el futuro desarrollo creativo, algunas producciones demasiado íntimas terminan siendo anacrónicas a la edad del artista que las realiza. Caso que menciono como un sincero consejo para el desempeño profesional de algunos jóvenes talentos. En este caso vinculo estas novelas obras con otras de experimentada factura acorde al periodo profesional. Obras de interesante desempeño como las de Charo Núñez de Patrucclo con una pasional reflexión como en “ Metamorfosis “ El trabajo de Polo Pflucker, Valeria Ghezzi, García Callegari y demás artistas cercanos en secuencia al libro cierra con fina calidad esta línea.

Poco a poco se van alternando las formas y al mismo tiempo surgen trazos interesantes, imágenes llenas de misterios como los dibujos de Julia Salinas. Más adelante Rhony Alhalel representado sensaciones quizás literarias como “La llama doble” – titulo de un afamado ensayo – o “Nube Peregrina” ubicando a la mortalidad y sapiencia emanada por un cráneo debajo de la nube. Probablemente campo de ideas de esa dualidad que figura en la parte superior. Robert Orihuela mediante su estilo característico de espiritualidad casi oriental, humana y profunda.(…)



LINEA Y CUERPO
Dibujos de artistas peruanos contemporáneos.
Segundo volumen

Edición a cargo de Felipe Mayuri Poma
Edición:
diciembre, 2010

viernes, 4 de noviembre de 2011

En el preestreno - XXXI Concurso Nacional de Arte Michell & Cía.



UNA MUTUA ENTREVISTA

Manuel Gold: "Ser un Polizonte es complicadísimo"

Hasta ahora, ¿cómo evalúas la experiencia de ser un "Polizonte"?

- Es complicadísimo, es el trabajo más difícil que he tenido que hacer en mi vida. Cuando actúas, tienes un guion, te preparas, ensayas y haces un personaje, no eres tú. En cambio, en Polizontes, la gente cree que me conoce porque él que sale es Manuel Gold, pero, en realidad, es un personaje, un híbrido con mi nombre. Es un poco complicado. Yo no soy de hablar con gente que no conozco y resulta que ahora mi trabajo es hablar con gente que no conozco. Afrontar eso ha sido complicado.





miércoles, 19 de octubre de 2011

XXI CONCURSO NACIONAL DE ARTISTAS JÓVENES



El Presidente del Centro Cultural Peruano Norteamericano y el Presidente de Sociedad Minera Cerro Verde S.A.A., Invita a usted a la ceremonia de premiación e inauguración del XXI Concurso Nacional de Artistas Jóvenes en las instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo Arequipa.

Juan Manuel García Calderón Barreda y Bruce K. Clements, agradecen su gentil asistencia.

viernes 21
7:30 pm.

Arequipa, octubre 2011

lunes, 10 de octubre de 2011

CASUALIDAD POÉTICA


¿Pero un acontecimiento no es tanto más significativo y privilegiado cuantas más casualidades sean necesarias para producirlo?

Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es muda. Sólo la casualidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza - Una década de casualidades poéticas = M.A.P.

viernes, 7 de octubre de 2011

VIVIENDO EN LAS PALABRAS...



COLECCIÓN PRIVADA DE ADINA MIRANDA.

"Siempre me he preocupado mucho de la construcción plástica y no sólo de las asociaciones poéticas. Esto es lo que me distinguía de los surrealistas". André Breton

EN EL CAMINO DE SAN ROMANO


La poesía se hace en un lecho como el amor
Sus sábanas revueltas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques

Tiene el espacio que necesita
No éste sino aquel que condicionan

El ojo del milano
El rocío sobre una flor de cola de caballo
El recuerdo de una botella de Traminer empañada sobre una bandeja de
[plata
Una alta verga de turmalina en el mar
Y el camino de la mental aventura
Que asciende a pico
Una parada se llena de maleza en seguida

Eso no se grita sobre los tejados
No es conveniente dejar la puerta abierta
O llamar a testigos

Los bancos de pescado los setos llenos de pájaros
Los raíles a la entrada de una gran estación
Los reflejos de las orillas de un río
Los surcos en el pan
Las burbujas del arroyo
Los días del calendario
El corazoncillo

El acto del amor y el acto de poesía
Son incompatibles
Con la lectura del diario en voz alta

El sentido del rayo de sol
El resplandor azul que despiden los hachazos del leñador
El hilo de la cometa en forma de corazón o de garlito
El latido rítmico de la cola de los castores
La velocidad del relámpago
La lluvia de peladillas desde lo alto de las viejas escaleras
El alud

La cámara de los prestigios
No señores no es la octava sala
Ni los vapores del dormitorio un domingo por la noche

Las figuras de baile realizadas en transparencia por encima de las charcas
La delimitación contra un muro de un cuerpo de mujer al que se lanzan
[cuchillos
Las volutas pálidas del humo
Los bucles de tu cabello
La curva de la esponja de las Filipinas
Los lazos de la serpiente de coral
La presencia de la hiedra entre las ruinas
La poesía tiene todo el tiempo por delante

El abrazo poético como el abrazo carnal
Mientras dura
Prohíbe toda escapada sobre la miseria del mundo.

Poemas, 1948. Traducción de Manuel Álvarez Ortega.

jueves, 6 de octubre de 2011

80 AÑOS DEL GRUPO MICHELL



* [ Nota de pie de página ]: Solo más tarde comprendí que los materiales que yo necesitaba para ese añorado texto no eran las palabras. Es decir, no eran los personajes (aunque ellos deberían regresar más tarde, reducidos a simples vestidos), ni los sentimientos ni las circunstancias que los que los movían, sino simplemente los colores, el espacio, las texturas. Pero, sobre todo, el espacio, puesto que era el espacio – el elemento más sutil del paisaje – el que rodeaba, en un estéril abrazo, la ciudad en que nací. Paraíso e infierno, pero única grandeza permitida a los limeños, era también su dimensión más secreta, era el silencio de las dunas al atardecer, eran los juegos de la sombra y de la luz sobre el territorio amado. Era la arena del desierto. Era el desierto a secas. O, en su defecto, un pedazo del mismo. Un fragmento de territorio. Una sucesión de fragmentos. Una infinita cadena de fragmentos de mi memoria, convertida en << materia pictórica>>, que conformarían ese paisaje virtual que las palabras nunca podrían devolverme. […] Por todas estas razones decidí rescatar, con la sola ayuda de mi memoria, toda la extensión costeña, fragmento por fragmento, y ellos a lo largo de toda mi existencia, no importa cuál fuera el desarrollo paralelo de mis demás actividades. A esta virtual epopeya – que culminará tan solo con mi propia desaparición – la he dominado el “ Paisaje infinito de la costa del Perú” ( Eielson, 1988 ).

domingo, 25 de septiembre de 2011

XXXI CONCURSO NACIONAL DE ARTE MICHELL & CIA



Siempre me ha conmovido el proceso de producción de un tejido artesanal, cualquiera que fuere su dimensión y característica; allí donde no existía nada de pronto los hilos manipulados por el o la artífice se van montando de una particular manera (entre miles a escoger) para construir un plano destinado a procurar abrigo, comunicación y belleza: es conocimiento altamente especializado, es destreza, color y armonía. Es identidad.

Participar de la premiación del Concurso Michell no fue tarea fácil para los jurados tomando en cuenta la calidad de las obras presentadas. En la línea tradicional, la consideración de técnica y materiales ancestrales estuvo acompañada de su aplicación en diseño especialmente cuidados, como es el caso de los primeros premios, frazada en técnica anudada de doble cara y la obra en técnica tapiz con bordado, procedentes de Cajamarca y Cusco, respectivamente. Los tejidos ganadores en la línea innovación muestran un interesante componente conceptual en la representación de la bandera que bordea elementos de diseño más tradicional, de Cusco, así como un planteamiento explícitamente urbano trabajado a partir de una interesante combinación de textura en técnica textil tradicional (más y menos abierta) y pintura.

En el sustrato de la belleza formal de los tejidos / cuadros ha sido especialmente interesante haber podido identificar los lugares de procedencia de las obras a partir de la técnica empleada y de la organización de las pampas y pallays. El empleo de tal o cual técnica y la distribución de los diseños y selección de colores, por lo general, no engañan a un ojo entrenado, sabemos que la tejedora o el tejedor siempre van a representar, de alguna manera, la tradición del lugar de procedencia; es la representación de su cultura la que predomina, no obstante los procesos de préstamo y de cambio en los patrones convencionales de tejido artesanal, propios de los tiempos que vivimos.

María Elena Del Solar
Arequipa, setiembre de 2011

lunes, 19 de septiembre de 2011

XXXI CONCURSO NACIONAL DE ARTE MICHELL Y CIA.



XXXI CONCURSO NACIONAL DE ARTE MICHELL Y CIA.

CATEGORIA: TEXTILES
CREATIVIDAD

PRIMER PREMIO : “TINKUY CHIUCHILLANI”
PEDRO CHICCHI GUTIERREZ / SANTOS PUCLLA SOTALERO
Cusco – Chahuaytire

SEGUNDO PREMIO : “PAISAJE INFINITO DE LA COSTA DEL PERU”
ROBERT ORIHUELA YURIVILCA
Lima

PRIMERA
MENCION HONROSA : “INDESTRUCTIBLE”
MARIANO CALLAÑAUPA QUISPE
Ayacucho – Acosvinchos

SEGUNDA
MENCION HONROSA : “LO PASADO Y LO ACTUAL”
FELIX CONDORI CCANCHI
Cusco ‐ Pisac

TERCERA
MENCION HONROSA : “PILLPIN TUKUNA”
ANA MARIA VELAOCHAGA SCHWAN DE RAMIREZ
Lima

EXPOSICIONES

Arequipa
Del viernes 23 de Septiembre al viernes 21 de Octubre del 2011, en la galería de arte “Mundo Alpaca”, oficinas principales de Michell y Cía en Arequipa.

Lima
Del miércoles 2 al martes 29 de Noviembre del 2011, en la Sala de Arte del Centro Cultural “El Olivar” de la Municipalidad de San Isidro, ubicada en Calle La República 455, San Isidro, Lima.

martes, 13 de septiembre de 2011

Rito de un viaje solitario.



COLECCION PRIVADA DE ROMINA BOGGIO & LA OTRA CARA DEL PAPEL.

LAS ESTACIONES

Están en mí las estaciones
Como si fueran una sola
Las cu4tro siempre están en mí
Son cu4tro franjas de un abismo
Desde la aurora hasta el ocaso
La lluvia el verde el sol el viento
Sin desvelarme están en mí
Son la misión recién nacida
Y son los muertos de mi mundo
Mis escondidas estaciones
Me hacen feliz / sufre en mí
Cada una de ellas tiene un cielo
Y cada cielo es un espejo
Que habla de todos y de mí
Las estaciones se congregan
Se reconocen y se abrazan
Las cu4tro siempre están en mí
Soy su fervor sus hojas muertas
Su granizada sus cosechas
Su puerta abierta sus candados
Su insolación sus aguaceros
Como un destino están en mí
Las estaciones se entreveran
Para mezclarse con mi vida
Para juntarse con mi muerte
Y finalmente huir de mí.

Buzón de tiempo

Mario Benedetti.

domingo, 11 de septiembre de 2011

ELLA




”Ella”

Exposición Colectiva de Arte Contemporáneo

Inauguración: viernes 16 de setiembre. Hora 19:30 p.m.

Los Directores de La Mansión Eiffel Galería de Arte y
Antigüedades, anuncian la presentación de la Exposición Colectiva de
Pintura y Escultura Titulada: ”Ella”

En Homenaje a la Mujer Peruana.

La Mansión Eiffel y un selecto grupo de Artistas
Plásticos de impecable trayectoria nacional e internacional, presentan
esplendidas Obras de Arte dedicadas a la Mujer Peruana, que será
representada en sus lienzos; mostrando el rol de la mujer en la
sociedad actual y las diferentes etapas de su vida: como madre,
esposa, hija, artista, profesional, investigadora, empresaria y
luchadora infatigable por el éxito de su pueblo, cual mirada
visionaria siempre esta presente en ELLA.

La Mansión Eiffel, fue diseñada por el famoso arquitecto francés
Gustavo Eiffel, autor de la Torre Eiffel de Francia.

El inmueble ha sido Declarado por el gobierno peruano
como: “Monumento Histórico Arquitectónico” y esta ubicado en pleno
Corredor Turístico y Monumental del Centro Histórico de Lima.
A una cuadra de la Plaza Mayor de Lima.

La muestra podrá ser visitada hasta el 05 de octubre
De lunes a sábado de 10:30 am a 8:30 pm. El ingreso es libre.

Jr. Ucayali Nº 170 Esquina c/ Jr. Carabaya - Centro Histórico de Lima.

viernes, 26 de agosto de 2011

Reproducciones de un solo latido...



EL CORAZÓN DELATOR

Es cierto; soy nervioso, terriblemente nervioso. Lo he sido y continúo siéndolo; pero ¿por qué decir que estoy loco? La enfermedad ha agudizado mis sentidos, pero no los ha destruido. Por encima de todo, tenía muy agudizado el sentido del oído. Oigo todas las cosas del cielo y de la tierra, a veces, muchas cosas del infierno. ¿Eso significa que estoy loco? Escuchadme y observad qué cuerdamente, con cuánta calma soy capaz de relataros toda esta historia.

Sería imposible decir cómo entró primeramente la idea en mi cerebro. Pero una vez concebida me persiguió día y noche, no existía ningún motivo, no había pasión alguna. Yo quería al viejo. Él nunca me había tratado mal. Nunca me había insultado, pues yo no deseaba su oro… Creo que fue su ojo… ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo de buitre, un ojo azul pálido, recubierto por una película. Siempre que se fijaba en mí, sentía correr la sangre helada por mis venas, y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui haciendo a la idea de quitarle la vida, y de ese modo librarme para siempre de su ojo maldito.

Y ahora vine la dificultad. Me creéis loco. Pero los locos no saben nada de nada; y yo, sin embargo… Deberíais haberme visto. Os habríais dado cuenta con cuánta discreción procedí, con qué precaución, previsión y disimulo llevé a cabo mi trabajo. Nunca fui tan amable con el viejo como la semana anterior a su muerte. Y cada noche, casi a medianoche, giraba la aldaba de su puerta y la abrí. ¡Oh!, ¡qué suavemente! Entonces, cuando estaba lo suficientemente abierta para meter la cabeza, introducía una linterna sorda cerrada, perfectamente cerrada, de modo que no saliese ninguna luz, luego metía la cabeza. ¡Oh! ; Os habríais reído al ver con qué astucia llevaba a cabo mi propósito. Me movía lentamente, muy lentamente, con el objeto de no turbar el sueño del viejo.

Tardaba una hora en pasar mi cabeza por la abertura, para poder ver al viejo tendido en su lecho. ¡ Ah, ja, ja ! Podría haber sido un loco tan distraído como yo ? Y luego, cuando mi cabeza estaba en la habitación, abría la linterna con precaución infinita. ¡Oh!, ¡ con cuánta precaución! (porque chirriaban los goznes). Dejaba la linterna abierta lo necesario para que un solo rayo fuese a dar sobre el ojo de buitre. Y eso hice durante siete largas noches precisamente en la medianoche; pero siempre entraba aquel ojo cerrado, y así era imposible realizar el trabajo, pues no era el viejo quien me vejaba a su habitación y le hablaba de forma animada, llamándole por su nombre, en un tono cordial, y preguntaba cómo había descansado. De este modo comprenderéis que había tenido que ser un viejo muy perspicaz para sospechar que cada noche, precisamente a las doce, yo le observaba mientras dormía.

La octava noche tomé mayores precauciones que de costumbre para abrir la puerta. El minutero del reloj se movía mucho más rápidamente que mi pulso. Nunca, antes de aquella noche, había sentido la extensión de mis propias energías de mi sagacidad, apenas podía contener mis sentimientos de triunfo. ¡Pensar que estaba allí, abriendo la puerta a poco, y que él ni siquiera sospechaba de mis acciones o de mis pensamientos! Yo me reía ahogadamente ante la idea, y él tal vez me oyó, pues se movió de pronto, sobre la cama, como si estuviese asustado. Quizás pensaréis que me retiré; pero no estaba completamente a oscuras (pues los postigos estaban firmemente cerrados por temor a los ladrones). Yo sabía que él no podría ver la abertura de la puerta, y continué empujándola firmemente.

Tenía metida la cabeza, y estaba a punto de abrir la linterna, cuando mi dedo pulgar resbaló sobre el cierre de hojalata y el viejo se levantó de la cama gritando: “¿ Quién anda allí?”
Me quedé inmóvil y no dije nada. Durante toda una hora no moví un solo músculo, y en el intervalo no le sentí echarse de nuevo. Él continuaba sentado había hecho noche tras noche, escuchando la muerte que acechaba a la pared.

Repentinamente oí un ligero gemido, y supe que era el gemido de un terror mortal. No era un gemido de dolor o de pesar, no. Era el sonido quedo y ahogado que surge del fondo del alma cuando está sobre cargada de espanto. Yo conocía muy bien ese sonido. Muchas noches, a medianoche justamente, cuando todo el mundo dormía, había brotado de mi pecho, profundizado con un eco espantoso los terrores que me acongojaban. Diego que lo conocía muy bien. Sabía lo que el viejo sentía y le compadecía, aunque me riera en el fondo de mi corazón. Me constaba que había permanecido despierto desde que oyó el ruido por vez primera y se agitó en la cama. Desde ese momento, sus temores habían ido en aumento. Había estado tratando de convencerse que aquel ruido era infundado; pero no lo consiguió. Debió de decirse para sí: “No es más que el ruido del viento en la chimenea”; “es sólo un ratón que atraviesa la estancia”; o “es simplemente un grillo que ha cantado sólo una vez”. Sí: tuvo que tratar de convencerse a sí mismo con aquellas suposiciones; pero todos sus intentos fueron en vano. Todo fue en vano, porque la muerte se acerba a él con paso fugitivo, proyectando su negra sobra y envolviendo a su víctima, y la influencia lúgubre de la sombra imperceptible le hizo sentir – aunque no veía ni oía la presencia de mi cabeza dentro del cuarto.

Cuando hube esperado un largo rato, con mucha paciencia, sin oírle echarse de nuevo, resolví dejar al descubierto una pequeña, muy pequeña raja de la linterna, y de este modo lo hice. No podéis imaginarlos qué cautelosamente realicé mi propósito, hasta que al final conseguí un rayo tenue, como el hilo de una araña, que surgía un rayo tenue, que surgía de la abertura de la linterna y se proyectaba a lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, enorme y abierto, y yo me volví loco al verlo. Lo veía con toda claridad. Era de un color azul mate. Con un espantoso velo que me estremecía hasta la medula. Pero no puede ver otra cosa en el rostro del viejo. Tal vez, instintivamente, había dirigido el rayo precisamente sobre el condenado sitio. ¿Y no os he dicho que lo que se toma en mí por locura no es sino la agudeza de los sentidos?

Entonces llegó a mis oídos un bajo, quedo y rápido sonido, semejante al que produce un reloj cuando se le envuelve en algodones. Yo conocía demasiado bien aquel sonido. Era el latido del corazón del anciano. Aquello aumentó mi rabia, lo mismo que el temor estimula el coraje del soldado. Sin embargo, me reprima y continué esperando, apenas respiraba. Sostenía la linterna sin movimiento. Con firmeza de pulso mantuvo el rayo de luz sobre el ojo, entre tanto, el sonido infernal del corazón aumentaba; cada vez se hacía más rápido, y más rápido, y más rápido, y más alto. Y más alto a cada instante. ¡El temor de hombre debía de haber llegado al extremo! se iba haciendo más alto, más alto a cada momento. ¿Me comprendéis bien? Ya dile que soy nervioso; y lo sigo siendo. Entonces, en el profundo silencio de la noche, en medio del terrible silencio de la vieja casa, un ruido tan extraño como aquél despertó en mí un incontrolable temor. Sin embargo, durante algunos minutos más me contuve y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido se iba haciendo cada vez más lato, más alto! Pensé que mi corazón estallaría, y entonces podía ser oído desde muy lejos. ¡La hora del viejo había llegado! Con un grito infernal abrí la linterna y salte al interior de la alcoba. El viejo, inmediatamente, grito; pero sólo una vez. En un instante le arrojé al suelo, volcando sobre su cuerpo el pesado lecho. Luego sonríe alegremente al ver cumplido mi plan. Pero durante muchos minutos el corazón siguió latiendo con un sonido sordo. Aquella. Sin embargo, no me inquietaba, pues me constaba que no podría oírse a través de la pared. Finalmente, cesó, el viejo estaba muerto. Levanté la cama y examiné el cadáver. Si estaba frio, tan frio como una piedra. Puse mi mano sobre su corazón y la retuve allí durante algunos minutos. No había ninguna pulsación. Estaba completamente muerto. Su ojo no podría molestarme ya más.

Si todavía me creéis loco, dejaréis de creerlo cuando os descubre las prudentes precauciones que tomé para ocultar el cadáver. La noche declinaba y yo trabajé apresuradamente y en silencio. Lo primero que hice fue desmembrar el cuerpo. Le corté la cabeza, los brazos y las piernas. Luego, levanté tres planchas del suelo de la habitación y lo deposite entre el entarimado del piso. Volví posteriormente a colocar las maderas con tal cuidado, y de modo tan prefecto, que ningún ojo humano, ni aun el suyo, podría haber descubierto ninguna gota de sangre. ¡Para algo había tenido tanto cuidado! Una cubeta hecho desaparecer todo.

Cuando hube acabado todos esos trabajos eran las cuatro, y estaba tan oscuro como a medianoche. Cuando el reloj dio la hora, oí que llamaba a la puerta de la calle. Bajé a abrir con alegría, pues ¿qué había de temer…? Entraron tres hombres que se presentaron a sí mismo como agentes de la policía. Un vecino había oído un chillido durante la noche, y sospechaba que se hubiera producido un acto violento. La sospecha fue comunicada a la oficina de la policía, y ellos ( los oficiales) fueron enviados para investigar el caso.

Me sonreí… ¿Qué podía yo temer? Di a aquellos caballeros la bienvenida. El chillido, les dije, lo produje yo mismo, en sueños. El viejo., les referí, estaba ausente en el campo. Llevé a mis visitantes por toda la casa. Los conduje a su habitación: les mostré sus tesoros seguros, sin tocar por nadie. En el entusiasmo de mi confidencia traje sillas a la habitación y les invité a que descansaran de sus fatigas, mientras yo mismo, con la osada ausencia de mi perfecto triunfo, colocaba mi propia silla precisamente encima del lugar donde reposaba el cadáver de la víctima.

Los oficiales se dieron por satisfechos. Mis maneras les habían convencido. Yo estaba completamente tranquilo. Se sentaron, y mientras yo contestaba alegremente, ellos hablaron de cosas familiares. Pero no mucho tiempo después me sentí palidecer y deseé que se fueran. Me dolía la cabeza y me sonaban los oídos; pero ellos, sin embargo, seguían sentados y charlando. El sonido de los oídos de hizo más claro. Continuó y llegó a hacerse claramente perceptible. Yo hablaba mucho para librarme de aquel sentimiento; pero éste continuaba y se precisamente cada vez, hasta que al fin descubrí que el ruido no estaba en mis oídos.

Debí de ponerme muy pálido; pero seguía hablando con fluidez y en voz más lato de lo común. El ruido aumentó. ¿Qué podía hacer yo para evitarlo? Era un sonido bajo, sordo y rápido, semejante al que produce un reloj envuelto en algodones, abrí la boca para respirar y los oficiales no oían nada. Hablé más rápidamente, más vehementemente, pero el ruido seguía aumentando con firmeza. Me levanté y argumenté violentamente. Pero el ruido seguía aumentando.

¿Por qué no se irían? Me puse a recorrer la habitación de arriba abajo, dando zancadas, como si excitasen mi furia las observaciones de aquellos hombres; pero el ruido seguía aumentando firmemente. ¡Oh, Dios mío¡ ¿Qué podría hacer? Grité, bramé, blasfemé. Balanceé la silla sobre los maderos, pero el ruido se alzada sobre todo, y aumentaba continuamente. Se hizo más fuerte, más fuerte, más fuerte. Y aquellos hombres charlaban amablemente y sonreían…
¿Era posible que no lo oyeran? ¡Oh Dios Todo poderoso! ¡Oh, no! ¡Ellos lo oían! ¡Ellos sospechaban! ¡Ellos lo sabían! ¡Se burlaban de mi espanto!
Eso pensé, y eso pienso ahora. Pero cualquier cosa era mejor que soportar aquella agonía. ¡Cualquier cosa era más tolerante que aquella burla! Yo no podría soportar por más tiempo aquellas hipócritas sonrisas. Sentía que debía gritar o me moriría. Y de nuevo se escuchaba más fuerte, ¡más fuerte!, ¡más fuerte!
¡Malvados! grité - ¡No disimuléis más! Admito el hecho. ¡Apartad esos tablones! ¡Aquí! ¡Aquí está el latido de su horrible corazón!

Narraciones extraordinarias

EL CORAZÓN DELATOR.
Edgar Allan Poe


lunes, 15 de agosto de 2011

Alteraciones humanas, cadena perpetua.




Otoño representa el ocaso de nuestra conducta como ser humano de transgresor de leyes naturales de nuestro ser y manipuladores de nuestro propio código interno del ADN. Alteraciones humanas, cadena perpetua. Es una mirada reflexiva a las investigaciones y manipulaciones del ADN en el ser humano. Y al futuro incierto que nos conlleva como sociedad humana como transgresores de
nuestra propia esencia como ser.

PRESENTACIÓN

CU4TRO ESTACIONES PERSONALES es una exposición pictórica que por el enfoque otorgado por los artistas que la integran, me recuerdan a la obra del extraordinario Sófocles, Edipo Rey. Quien al enterarse de su trágico destino parte de Corinto, y emprendió el camino hacia Fócida. En su viaje se encontró a un horrible monstruo, La Esfinge. Desde lo alto de una colina detenía a todo aquel que pasara junto a ella, haciéndoles una pregunta, y si no se la contestaban, les provocaba la muerte.

Creonte el rey de Tebas, prometió dar la mano de su hermana Yocasta, y el trono de Tebas a aquel que consiguiera descifrar el enigma de la Esfinge. ¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro pies, dos al mediodía y tres en la tarde? Edipo, dio respuesta al misterio diciendo: el Hombre, pues en su infancia anda sobre sus manos y sus pies, cuando crece solamente sobre sus pies y en su vejez se ayuda de un bastón como si fuera un tercer pie.

La referencia anterior, explica de manera fenomenal la esencia de la presente muestra artística. La vida del ser humano se desenvuelve a través de sucesivos ciclos, con características muy especiales. Cada una de ellas se funde gradualmente en la siguiente. Sin embargo, no hay un acuerdo unánime para determinar cuántas y cuáles son esas etapas, a las que se sintetizan como: primavera, verano, otoño e invierno. En este contexto, no es posible identificar cuándo comienza y cuándo termina exactamente cada una de ellas; pues, en el desarrollo influyen diversos factores individuales, sociales y culturales. Por eso se dice que cada ser humano tiene su propio ritmo de perfeccionamiento evolutivo.

En este sentido, pregunto: ¿cuál es el elemento central en la vida de los seres humanos?, si indagamos en la energía vital de una persona normal, veremos que existe un único proceso, que se desarrolla con entusiasmo, es el de la creación continua, el de la perenne resurrección de la vida, bajo formas nuevas.

Desde tiempos inmemoriales las olas del océano baten las orillas. Durante cientos de miles de años, también la vida ha batido como las olas interminables, elevándose y decayendo, día tras día. Lo cierto es que parece existir un esfuerzo que impulsa a la vida a alcanzar mayores alturas, coexiste también una tendencia a llegar a mayores profundidades; este esfuerzo se halla para dar una vida más plena, con un sentido fundamental, que los seres humanos no quieren acabar en sí mismos, por lo tanto, fomentan la vida.

Expresada desde cinco puntos de vista, CU4TRO ESTACIONES PERSONALES nos invita a introducirnos en las interpretaciones realizadas por los artistas, para ubicarnos en la estación que nos corresponde; pero no con una actitud pasiva e inerte, sino reflexivos, meditabundos, para así concluir si nuestra vida está cumpliendo con una finalidad suprema que nos solicita la existencia: la superación y la trascendencia. En esta muestra participan: Daniel Vargas, Javier Ramos Cucho, Robert Orihuela, Samuel Pintos y Hugo Salazar Chuquimango.

Lic. RILDO CAMPANA AÑASCO
Director de Cultura de la UTP

CU4TRO ESTACIONES PERSONALES


CENTRO CULTURAL DE LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DEL PERÚ

Galería de Artes Visuales del Centro Cultural de la UTP


CU4TRO ESTACIONES PERSONALES

Del 19 de agosto al 17 de septiembre del 2011

Inauguración: viernes 19 de agosto / 7:30 Pm / Galería de Artes Visuales del Centro Cultural UTP

Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera es un ciclo eterno de la naturaleza es un constante proceso de renovación y etapas. Cu4tro estaciones personales es una mirada reflexiva al ser, a su entorno físico, humano y psicológico de cinco artistas que expresan esa vivencia en estaciones personales: Robert Orihuela, Hugo Salazar Chuquimango, Javier Ramos Cucho, Samuel Pintos y Daniel Vargas, hurgan dentro de su propia vivencia y adaptación al medio externo interno de nuestra condición humana para expresar simbólicamente esa experiencia en estaciones personales.

En Cu4tro estaciones personales, los autores coinciden que todo en la naturaleza y en especial el proceso vital es cíclico nuestra convivencia con ella es de adaptación y auto aprendizaje. Nadie es inmune al poder de las estaciones ni a su ciclo, toda condición de vida se sitúa en una eterna etapa de formación, desarrollo, madurez y decaimiento. La historia universal conlleva constantes cambios que se expresan en ciclos eternos de renovación y reinvención por el simple hecho de existir.

Todo expresado bajo la atenta mirada de nuestra condición humana, experimentamos la pérdida de la inocencia, el amor, el odio, la obsesión, los sueños, el precio de la salvación y la sabiduría obtenida a través de la experiencia todos nos llevan a una madurez de lo vivido que se puede dividir en estaciones personales.

Para la muestra colectiva, se fusiona el trabajo humano de cinco destacados artistas plásticos egresados de la Escuela de Bellas Artes. Robert Orihuela, Hugo Salazar Chuquimango, Javier Ramos Cucho, Samuel Pintos y Daniel Vargas.

INAUGURACIÓN de la muestra: cu4tro estaciones personales

Fecha y hora de la inauguración: Viernes 19 agosto / 7:30 p.m.
Lugar: Galería de Artes Visuales del Centro Cultural de la UTP
Avenida Petit Thouars 195. Lima 1.

domingo, 7 de agosto de 2011

PUEBLA en los colores del Perú.



INAUGURACIÓN
PUEBLA en los colores del perú

12 agosto 2011
Galería José Luis Rodríguez Alcomedo

Barrio del Artista - Puebla - Pue

Este viernes 12 de Agosto se inaugura la exposición PUEBLA EN LOS COLORES DEL PERU a horas 7:00 de la noche en la sala José Luís Rodríguez Alconedo Barrio del artista de Puebla México.

La exposición Puebla en los colores de Perú se logró gracias a la colaboración de la Unión de Artes Plásticas.A.C. y de Susana Franceschi, coordinadora de la red peruanos en Puebla. El artista Plástico iqueño Rafael Huamán fue el nexo del envío de la obra de artistas peruanos a la exposición binacional.

De Perú participarán Óscar Paukas, Raúl Parodi, Dante Guevara, Eduardo Cochachín, Óscar Juárez, Julia Ortiz, Roberto Orihuela, Nora Sidoine, Zenaida Cajahuaringa, Iván Fernádez–Dávila, Diana Bedoya, Claudina Pauca Lima, Javier Luque, Betty Reboa, Jaime Gómez, Juan Carlos Yanqui, Lucas Pinazo, Jorge Luis Vilca, José Loli y Rafael Huamán.

Del Distrito Federal Rosa Báez y Jorge Munguía, de Oaxaca José Luis Pérez y Erika Pérez, de Tabasco Faustino Franco, y de Puebla Fernando Espinoza, Cristina Rojas, Roxana Flores, Juan José Ortizgarcía, Carlos Olivares, José Alberto Huerta, Octavio Nieto, Alfonso Fernández, José Ignacio Lezama, Bruno Ponce, Norma Cotez, José Pellegrim, Beatriz Aguilar, Maricela Roldán, Norma Rincón, Edmundo Denicia, Cristina Guzmán, Óscar Talavera y Sergio Abarca.

Actividades en el Barrio del Artista: Puebla México

La Sala José Luis Rodríguez Alconedo fue fundada el 5 de Mayo de 1962 ,en ella han expuesto Maestros de la Plástica mexicana , Diego Rivera, Frida Kalo, David A. Siqueiros, Saturnino Herran, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Fernando Murillo entre otros.

En la actual exposición de artes plásticas PUEBLA EN LOS COLORES DEL PERU participan 18 pintores peruanos, algunos de ellos residentes en México, hijos de artesanos que preservaron el conocimiento y las técnicas prehispánicas que luego mezclaron con su formación en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes de Perú y que ahora forman parte de un movimiento pictórico emergente, participarán en una muestra que reúne por primera vez la obra pictórica de artistas de ambos países.

lunes, 1 de agosto de 2011

VERANO




"Cuando las más viejas creencias han perdido su influencia en la imaginación -y la influencia de las creencias siempre ha sido más efectiva en la imaginación que en la razón-..."


John Dewey

sábado, 2 de julio de 2011

Project DIN A4 , Lima - Perú





¿Qué es el Proyecto DIN A4?

El Proyecto DIN A4 es una colección de Arte Contemporáneo, de trabajos realizados en el tamaño designado (normalmente, aunque no es necesario, las obras han sido elaboradas especialmente para la ocasión), que Incluye tanto artistas emergentes como consagrados, e incluso algunos casos de trabajos de artistas fallecidos, por cortesía de sus albaceas.

DIN A4 es una medida europea estándar de papel, cuyas siglas DIN significan Deutsches Institut für Normung (Instituto Alemán de Normalización) y cuyas medidas estándar son 210 x 297 mm.

Poner esta limitación en el tamaño de las obras y el particular formato en que están hechas hace posible su almacenamiento y conservación y la continuidad de la colección, simplemente porque el tamaño DIN A4 permite un fácil transporte y almacenamiento.

En varias exposiciones de trabajos de la colección se ha puesto cuidado en dar una presentación equilibrada para evitar que los visitantes se vean abrumados por la cantidad de trabajos y a su vez prevenir que los trabajos individuales sean subestimados o expuestos en un ambiente competitivo.

El proyecto ha pedido a artistas profesionales de todo el mundo que envíen dos trabajos en papel tamaño DIN A4 para solicitar la participación en este proyecto. El objetivo es animar a los artistas a presentarse y registrarse.
El proyecto sólo se puede llevar a cabo con la colaboración de todos los artistas. La participación de cada uno de ellos en este proyecto, hará del DIN A4 una manifestación permanente del deseo de expresar sus pensamientos, sus sentimientos, su entorno y el de su época.

Todas las obras seleccionadas se graban en video y CD-ROM o DVD y se exhiben en exposiciones cambiantes. Las obras se guardan con cuidado y se enseñan a petición de los visitantes interesados.

Con esta colección de trabajos queremos hacer del Proyecto DIN A4 una referencia para el arte contemporáneo.


Declaración


Para evaluar el proyecto DIN A4, debemos empezar por considerar el concepto. Este concepto tiene dos facetas: la primera, crear una muestra internacional de amplio espectro, de arte contemporáneo; la segunda, crear una colección permanente.

El pensamiento que subyace después de todo es que se trata de un proyecto de los artistas y que su participación no les suponga ningún gasto , aparte de los gastos de envío de los trabajos.

Su participación se garantiza con el prestigio en aumento de la colección y sus exposiciones. El encanto y la fuerza del proyecto es su forma: Todos los trabajos están hechos en un tamaño de papel estándar, DIN A4, a menudo el tamaño de un cuaderno de dibujo, que cabe en un sobre estándar y es fácil de enviar y almacenar.
Curiosamente, allende las fronteras, se hizo claro que DIN A4 es un tamaño europeo y los americanos tuvieron que cortar el papel al tamaño adecuado; Pues bien, lo hicieron y lo hacen.

Habiendo empezado en Holanda, con el entusiasmo de sus miembros fundadores y el compromiso de otras nacionalidades, se extendió rápidamente. Llegaron adhesiones vibrantes de artistas belgas, franceses, polacos, ingleses y de los Balcanes.
Dos exposiciones en España y una en México dieron lugar a una mayor afluencia de artistas de habla hispana; luego llegó una edición de artistas de Rumanía e Italia. Por lo tanto, la reputación del proyecto DIN A4 se expandió a un campo internacional cada vez mayor.

El centro gestor del DIN A4 se ha trasladado recientemente a Málaga en Andalucía.
Con la suma de nuevas iniciativas y el continuado apoyo entusiasta de los fundadores holandeses, estamos seguros que el proyecto continuará creciendo como un medio vital de expresión artística, a través de un número en aumento de países tanto por medio de una participación activa como por un número creciente de exposiciones internacionales.


Exposición del Proyecto DIN A4

del 14 de julio al 12 de agosto 2011

Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, Lima - Perú


Charla del proyecto con los estudiantes (auditorio del local central): lunes 11 de julio

(Curator / Ernst Kraft )

comisario: Juan Carlos Delgado

Link

www.dina4.org.es


http://dina4recentprojects.blogspot.com/2009/10/din-a4-lebenslauf.html

http://dina4prensa.blogspot.com/2010/05/din-a4-press-prensa-presse-2010.html

http://dina4photos2011.blogspot.com/

jueves, 30 de junio de 2011

COLECCIÓN PRIVADA...



Colección privada de la ALLIANCE FRANÇAISE DE LIMA

viernes, 24 de junio de 2011

Desatando castillos de arena...









Cuando lo mejor en la vida es desatar cada fragmento y olvidar lo construido, mejor que escribir en la arena y esperar que una ola cubre y borre cada palabra…

viernes, 3 de junio de 2011

Sue~os reales...



Gracias por aceptar mi amistad.
Me gusta lo que leí en su muro, lo veo como una persona sencilla pero profunda, con sue~os reales q muchos aunque despiertos no quieren ver. Mis respetos y un saludo desde Miami.

Cruz Fernandez

miércoles, 1 de junio de 2011

El ocaso de un sueño...



Sueño realizado

La broma la había inventado Blanes, venía a mi despacho – en los tiempos en que yo tenía despacho al café cuando las cosas iban mal y había dejado de tenerlo – y parado sobre la alfombra, con un puño apoyado sobre el escritorio, la corbata de lindos colores sujeta a la camisa con un broche de oro y aquella cabeza – cuadrada, afeitada, con ojos oscuros que no podían sostener la atención más de un minuto y se aflojaban enseguida como si Blanes estuviera a punto de dormirse o recordara algún momento limpio y sentimental de su vida que, desde luego, nunca había podido tener -, aquella cabeza sin una solo particular superflua alzada contra la pared cubierta de retratos y carteles, me dejaba hablar y comentaba redondeando la boca:
Porque usted, naturalmente, se arruinó dando el Hamlet.
O también:

Sí, ya sabemos. Se ha sacrificado siempre por el arte y si no fuera por su enloquecido amor por el Hamlet…
Y yo me pasé todo ese montón de años aguantando tanta miserable gente, autores y actores y actrices y dueños de teatros y críticos de los diarios y la familia, los amigos y los amantes de todos ellos, todos ese tiempo perdieron y ganando un dinero que Dios y yo sabíamos que era necesario que volviera a perder en la próxima temporada, con aquella gota de agua en la cabeza pelada, aquel puño en las costillas, aquel trago agridulce, aquella burla no comprendida del todo de Blanes:
Si, Claro. Las locuras a que lo ha llevado su desmedido amor por Hamlet…



Si la primera vez le hubiera preguntado por el sentido de aquello, si le hubiera confesado que sabía tanto de Hamlet como de conocer el dinero que puede dar una comedia desde su primera lectura, se habría acabado el chiste. Pero tuve miedo a la multitud de broma no nacidas que haría saltar mi pregunta y sólo hice una mueca y lo mandé a paseo. Y así fue que pude vivir los veinte años sin saber qué era Hamlet, sin haberlo leído, pero sabiendo, por la intención que veía en la cara y el balanceo de la cabeza de Blanes, que el Hamlet era arte, el arte puro, el gran arte, y sabiendo también, porque me fui empapando de eso sin darme cuenta, que era además un actor o una actriz, en este caso siempre una actriz con caderas ridículas, vestida de negro con ropas ajustadas, una calavera, un cementerio, un duelo, una venganza, una muchachita que se ahoga. Y también William Shakespeare.

Por eso. Cuando ahora, sólo ahora, con una peluca rubia peinada al medio que prefiero no sacarme para dormir, una dentadura que nunca logró venirme bien del todo y que me hace silbar y hablar con mimo, que encontré en la biblioteca de este asilo para gente de teatro arruinada al que dan un nombre más presentable, aquel libro tan pequeño encuadernado en azul oscuro donde había unas hundidas letras doradas que decían Hamlet, me senté en un sillón sin abrir el libro, resuelto a no abrir nunca el libro y a no leer una sola línea, pensando en Blanes, en que así me vengaba de su broma, y en la noche en que Blanes fue a encontrarme en el hotel de alguna capital de provincia y, después de dejarme hablar, fumando y mirando el techo y la gente que entraba en el salón, hizo sobresalir los labios para decirme, delante de la pobre loca:

Y pensar… un tipo como usted que se arruinó por el Hamlet.
Lo había citado en el hotel para que se hiciera cargo de un personaje en un rápido disparate que se llamaba, me parece, sueño realizado. En el reparto de la locura aquella había un galán sin nombre y ese galán sólo podía hacerlo Blandes porque, cuando la mujer vino a verme, no quedábamos allí más que él y yo; el resto de la compañía pudo escapar a Buenos Aires.



La mujer había estado en el hotel a mediodía y como yo estaba durmiendo, había vuelto a la hora que era, para ella y todo el mundo en aquella provincia caliente, la del fin de la siesta y en la que yo estaba en el lugar más fresco del comedor comiendo una milanesa redonda y tomando vino blanco, lo único bueno que podía tomarse allí. No voy a decir que a la primera mirada – cuando se detuvo en el halo de calor de la puerta encortinada, dilatando los ojos en las sombras del comedor y el mozo le señaló mi mesa y enseguida ella empezó a andar en línea recta hacia mí con remolinos de la pollera – yo adiviné lo que había dentro de la mujer ni aquella cosa como una cinta blanduzca y fofa de locura que había ido desenvolviendo, arrancando con suaves tirones, como si fuese una venda pegada a una herida, de sus años momia, a mí y algunos de los días pasados en aquel sitio aburrido, tan abrumado de gente gorda y mal vestida. Pero había, sí, algo en la sonrisa de la mujer que me ponía nervioso y me era imposible sostener los ojos en sus pequeños dientes irregulares exhibidos como los de un niño que duerme y respira con la boca abierta. Tenía el pelo casi gris peinado en trenzas enroscadas y su vestido correspondía a una vieja moda; pero no era el que se hubiera puesto una señora en los tiempos en que fue inventado, sino, también, esto, el que hubiera usado entonces una adolescente. Tenía una pollera hasta los zapatos, de aquellos que llaman botas o botinas, largas, oscuras, que se iban abriendo cuando ella caminaba y se encogía y volvía a temblar al paso inmediato. La blusa tenía encajes y era ajustada, con un gran camafeo entre los senos agudos de muchacha y la blusa y la pollera se unían y estaban divididas por una rosa en la cintura, tal vez artificial ahora que pienso, una flor de corola grande y cabeza baja, con el tallo erizado amenazando el estómago.

La mujer tendría alrededor de cincuenta años y lo que no podía olvidarse en ella, lo que siento ahora cuando lo cuerdo caminando hacia mí en el comedor del hotel, era aquel aire de jovencita de otro siglo que hubiera quedado dormida y despertara ahora un punto despeinada, apenas envejecida, pero a punto de alcanzar su edad en cualquier momento, de golpe, y quebrarse allí en silencio, desmoronarse roída por el trabajo sigiloso de los días. Y la sonrisa era mala de mirar porque uno pensaba que frente a la ignorancia que mostraba la mujer del peligro de envejecimiento y muerte repentina en cuyos bordes estaba, aquella sonrisa sabía, o, por lo menos, los descubiertos dientecillos presentían el repugnante fracaso que los amenazaba.


Todo aquello estaba ahora de pie en la penumbra del comedor y torpemente puse los cubiertos al lado del plato y me levanté. “¿Usted es el señor Langman, el empresario del teatro?” Incliné la cabeza sonriendo y la invité a sentarse. No quiso tomar nada; separados por la mesa le miré con disimulo la boca con su forma intacta y su poca pintura, allí ajustadamente en el centro donde la voz, un poco española, había canturreado al deslizarse entre los filos desparejos de la dentadura. De los ojos, pequeños y quietos esforzados en agrandarse, no pude sacar nada. Había que esperar que hablara y, pensé, cualquier forma de mujer y de existencia que evocaran sus palabras iba a quedar bien como su curioso aspecto y el curioso aspecto iba a desvanecerse.

Quería verlo por una presentación. Quiero decirte que tengo una obra de teatro…

Todo indicaba que iba a seguir, pero se detuvo y esperó mi respuesta; me entregó la palabra con un silencio irresistible, sonriendo. Estaba tranquila, las manos enlazadas en la falda. Aparté el plato con la milanesa a medio comer y pedí café. Le ofrecí cigarrillo y ella movió la cabeza, alargó un poco la sonrisa, lo que quería decir que no fumaba. Encendí el mío y empecé a hablarle, buscando sacármela de encima sin violencias, pero pronto y para siempre, aunque con un estilo cauteloso que me era impuesto no sé por qué.

Señora, es una verdadera lástima… Usted nunca ha estrenado, ¿verdad? Naturalmente. ¿Y cómo se llama su obra?
No, no tiene nombre – contestó – Es tan difícil de explicar… No es lo que usted piensa. Claro, se le puede poner un título. Se la puede llamar el sueño, el sueño realizado, un sueño realizado.

Comprendí, ya sin dudas, que estaba loca y me sentí más cómodo.

Bien; Un sueño realizado, no está mal el nombre. Siempre he tenido interés, digamos personal, desinteresado en otro sentido, en ayudar a los que empiezan. Dar nuevos valores al teatro nacional. Aunque es innecesario decirlo que no son agradecimientos lo que se cosecha, señora. Hay muchos que me deben a mí el primer paso, señora, muchos que hoy cobran derechos increíbles en la calle Corrientes y se llevan los premios anuales. Ya no se acuerdan de cuando venían casi a suplicarme…

Hasta el mozo del comedor podía comprender, desde el rincón junto a la heladera donde se espantaba las moscas y el calor con la servilleta, que a aquel bicho raro no le importaba ni un una sílaba de lo que yo decía. Le eché una última mirada con un ojo, desde el calor del pocillo de café y le dije.

En fin, señora. Usted debe saber que la temporada aquí ha sido un fracaso. Hemos tenido que interrumpirla y me he quedado sólo por algunos asuntos personales. Pero ya la semana que viene me iré yo también a Buenos aires. Me he equivocado una vez más, que vamos a hacer.



Este ambiente no está preparado, y a pesar de que me resigné a hacer una temporada con sainetes y cosas así…, ya ve cómo me ha ido. De manera que… ahora, que podemos hacer una cosa, señora. Si usted puede facilitar una copia de su obra, yo veré si en Buenos aires… ¿Son tres actores?
Tuvo que contestar, pero sólo porque yo, devolviéndole el juego, me callé y había quedado inclinado hacia ella, rascando con la punta del cigarrillo en el cenicero. Parpadeó:
¿Qué?
Su obra, señora. Un sueño realizado. ¿Tres Actos?
No, no son actos.
O cuadros. Se extienden ahora la costumbre de…
No tengo ninguna copia. No es una cosa que yo haya escrito – seguía diciendo ella. Era el momento de escapar.
Le dejaré mi dirección de Buenos Aires y cuando usted la tenga escrita…
Vi que se iba encogiendo, encorvando el cuerpo pero la cabeza se levantó con la sonrisa fija. Esperé, seguro de que iba a irse; pero un instante después ella hizo un movimiento con la mano frente a la cara y siguió hablando.
No, es todo distinto a lo que piensa. Es un momento, una escena, se puede decir, y allí no pasa nada, como si nosotros representamos esta escena en el comedor y yo me fuera y ya no pasara nada más. No – contestó-, no es cuestión de argumento, hay algunas personas en una calle y las cosas y dos automóviles que pasan, allí estoy yo y un hombre y una mujer cualquiera que sale de un negocio de enfrente y le da un vaso de cerveza. No hay más personas, nosotros tres. El hombre cruza la calle hasta donde sale la mujer de su puerta con la jarra de cerveza y después vuelve a cruzar y se sienta junto a la misma mesa, cerca de mí, donde estaba al principio.

Se calló un momento y ya la sonrisa no era para mí ni para el armario con mantelería que se entreabría en la pared del comedor; después concluyó:
¿Comprende?
Pude escaparme porque recordé el teatro intimista y le hablé de eso y de la imposibilidad de hacer arte puro en es estos ambientes y que nadie iría al teatro para ver eso y que, acaso sólo, en toda la provincia, yo podría comprender la calidad de aquella obra y el sentido de los movimientos y el símbolo de los automóviles y la mujer que ofrece un Bock de cerveza al hombre que cruza la calle y vuelve junto a ella, junto a usted, señora.



Ella me miró y tenía en la cara algo parecido a lo que había en la Blanes cuando se venía en la necesidad de pedirme dinero y me hablaba de Hamlet: un ´poco de lastima y todo el resto de burla y antipatía.

No es nada de eso, señora Langman – me dijo – es algo que yo quiero ver y que no vea nadie más, nada de público. Yo y los actores, nada más. Quiero verlo una vez, pero que esa vez sea tal como yo se lo voy a decir y hay que hacer lo que yo diga y nada más. ¿Sí? Entonces usted, haga el favor, me dice cuánto dinero vamos a gastar para hacerlo y yo se lo doy.

Ya no servía hablar de teatro intimista ni de ninguna de esas cosas allí, frente a frente con la mujer loca que abrió la cartera y sacó dos billetes de cincuenta pesos

“con esto contrata a los actores y atiende los primeros gastaos y después me dice cuánto más necesita” – Yo, que tenía hambre de plata, que no podía moverme de aquel maldito agujero hasta que algunos de Buenos Aires contestara a mis cartas y me hiciera llegar unos pesos. Así que le mostré la mejor de mis sonrisas y cabeceé varias veces mientras que guardaba el dinero en cuanto dobleces en el bolsillo del chaleco.

Perfectamente, señora. Me parece que comprendo la clase de cosa que usted… mientras hablaba no quería mirarla porque estaba pensando en Blanes y también en la cara de la mujer. Dedicaré la tarde a este asunto y si podemos vernos… ¿Esta noche? Perfectamente, aquí mismo; ya tendremos al primer actor y usted podrá explicarnos claramente esa escena y nos pondremos de acuerdo para que sueño, un sueño realizado…

Acaso fuera simplemente porque estaba loca; pero podía ser también que ella comprendiera, como lo comprendía yo, que no era posible robarle los cien pesos y por eso no quiero pedirme recibo, no pensó siquiera en ella y se fue luego de darme la mano, con un cuarto de vuelta de pollera en sentido inverso a cada paso, saliendo erguida de la media luz del comedor para ir a meterse en el calor de la calle como volviendo a la temperatura de siesta que había durado un montón de años y donde había conservado aquella juventud impura que estaba siempre a punto de deshacerse podrida.

Pude dar con Blanes en una pieza desordenada oscura, con paredes de ladrillos mal cubiertos detrás de plantas, esteras verdes, detrás del calor húmedo del atardecer. Los cien pesos seguían en el bolsillo de mi chaleco y hasta no encontrar a Blanes, hasta no conseguir que me ayudara a dar a la mujer loca lo que ella pedía a cambio de su dinero, no me era posible gastar un centavo. Lo hice despertar y esperé con paciencia que se bañara, se afeitara, volviera a acostarse, se levantara nuevamente para tomar un vaso de leche – lo que significaba que había estado borracho el día anterior – y otra vez en la cama encendiera un cigarrillo; porque se negó a escucharme antes y todavía entonces cuando arrimé aquellos restos de sillón de tocador en que estaba sentado y me incliné con aire grave para hacerle la propuesta, me detuvo diciendo:



¡Pero mire un poco ese techo!
Era un techo de tejas, con dos tres vigas verdosas y una hojas de caña de la india que venía de no sé dónde largas y resecas. Miré al techo un poco y no hizo más que reírse y mover la cabeza.
Bueno. Dele – dijo después.

Le expliqué lo que era y Blanes me interrumpía a cada momento, riéndose, diciendo que todo era mentira mía, que era alguno que para burlarse me había mandado la mujer. Después me volvió a preguntar qué era aquello y no tuve más remedio que liquidar la cuestión ofreciéndole la mitad de lo que pagara la mujer una vez deducidos los gastos y le contesté que, en verdad, no sabía lo que era ni de qué se trataba ni qué demonios quería de nosotros aquella significaba que podíamos irnos a Buenos aires o irnos yo, por lo menos, si él quería durmiendo allí. Se rió y al rato se puso serio y de los cincuenta pesos que le dije haber conseguido adelantados quiso veinte enseguida. Así que tuve que darle diez, de lo que me arrepentí muy pronto porque aquella noche cuando vino al comedor del hotel ya estaba borracho y sonreía torciendo un poco la boca y con la cabeza inclinada sobre el platillo de hielo empezó a decir:

Usted no escarmienta. El mecenas de la calle Corriente y toda calle del mundo donde una ráfaga de arte… un hombre que se arruinó cien veces por el Hamlet va a jugarse desinteresadamente por un genio ignorado y con corsé.

Pero cuando vino ella, cuando la mujer salió de mis espaldas vestida totalmente de negro, con velo, un paraguas diminuto colgando de la muñeca y un reloj con cadena del cuello y me saludó y extendió la mano a Blanes con la sonrisa aquella un poco apaciguada en la luz artificial, él dejó de molestarme y sólo dijo:

En fin, señora; los dioses la han guiado hasta Langman. Un hombre que ha sacrificado cientos de miles por dar correctamente el Hamlet.
Entonces pareció que ella se burlaba mirando un poco a uno y un poco a otro; después se puso y dejo que tenía prisa, que nos explicaría en asunto de manera que no quedara lugar para la más chica duda y que volviera solamente cuando todo estuviera pronto. Bajo la luz suave y Limpia, la cara de la mujer y también lo que brillaba en su cuerpo, zonas del vestido, las uñas en la mano sin guantes, el mango del paragua , el reloj con su cadena, perecía volver a ser ellos mismos, liberados de la tortura del día luminoso; y yo tomé de inmediato una relativa confianza y en toda la noche no volví a pensar que ella estaba loca, olvidé que había algo con olor a estafa en todo aquello y una sensación de negocio normal y frecuente pudo dejarme enteramente tranquilo. Aunque yo no tenía que molestarme por nada, ya que estaba allí Blanes, correcto, bebiendo siempre, conversando con ella como si se hubiera encontrado ya dos o tres veces, ofreciéndole un vaso de Whisky, que ella cambió por una taza de tilo. De modo que lo que tenía que contarme a mí se lo fue diciendo a él y yo no quise oponerme porque Blanes era el primer actor y cuanto más llegara a entender de la obra mejor saldría las cosas. Lo que la mujer quería que representáramos para ella era esto ( a Blanes se lo dijo con otra voz y aunque no lo mira, aunque al hablar de eso bajara los ojos, yo sentí que lo contaba ahora de un modo personal, como si confesara alguna cosa cualquiera íntima de su vida y que a mí me lo había dicho como el que cuenta esa misma cosa en una oficina, por ejemplo, para pedir un pasaporte o cosa así ).



En la escena hay cosas y aceras, pero todo confuso, como si se tratara de una cuidad y hubiera amontonado todo eso para dar una impresión de una gran ciudad. Yo salgo, la mujer que voy a representar yo sale de una casa y se sienta en el cordón de la acera, junto a una mesa verde. Junto a la mesa está sentado un hombre en un banco de cocina. Ése es el personaje suyo. Tiene puesta una tricota y gorra. En la acera de enfrente hay verdulería con cajones de tomate en la puerta. Entonces aparece un automóvil que cruza la escena y el hombre, usted, se levanta para atravesar la calle y yo me asusto pensado que el coche lo atropella. Pero usted pasa antes que el vehículo y llega a la acera de enfrente en el momento en que sale una mujer vestida con traje de paso y un vaso de cerveza en la mano. Usted lo tomo de un trago y vuelve enseguida que pasa un automóvil, ahora de abajo para arriba, a toda velocidad; y usted vuelve a pasar con el tiempo junto y se sienta en el banco de cocina. Entre tanto yo estoy acostada en la acera, como si fuera una chica. Y usted se inclina un poco para acariciarme la cabeza.

La cosa era difícil de hacer, pero le dije que el inconveniente estaba, ahora que lo pensaba mejor, en aquel tercer personaje que salía de su casa a paseo con el vaso de cerveza.
Jarro – me dijo ella - , es un jarro de barro con asa y tapa.
Entonces Blanes asistió con la cabeza y le dijo:
Claro, con algún dibujo, además, pintado.
Ella dijo que sí y parecía que aquella cosa dicha por Blanes la había dejado muy contenta, feliz, con esa cara de felicidad que sólo una mujer puede tener y que me da ganas de cerrar los ojos para no verla cuando hacer eso. Volvimos a hablar de la otra mujer y Blanes terminó por estirar la mano diciendo que ya tenía lo que necesitaba y que no nos preocupáramos más, tuve que pensar que la locura de la loca era contagiosa, porque cuando le pregunté a Blanes con qué actriz contaba para aquel papel me dijo que con la Rivas y aunque yo no conocía a ninguna con ese nombre no quise decir nada porque Blanes me estaba mirando furioso. Así que todo quedó arreglado, lo arreglaron ellos dos y yo no tuve al dueño del teatro y lo alquilé por los días pagando el precio de uno, pero dándole mi palabra de que no entraría nadie más que los actores.



Al día siguiente conseguí un hombre que entendía de instalaciones eléctricas y por jornal de seis pesos me ayudó también a mover y repetir un poco los bastidores. A la noche, después de trabajar cerca de quince horas, todo estuvo pronto y saludando y en mangas de camisa me puse a comer sándwiches con cerveza mientras oía sin hacer caso historias de pueblo que el hombre me contaba. El hombre hizo una pausa y después dijo:
Hoy vi a su amigo bien acompañado. Esta tarde, con aquella señora que estuvo en el hotel anoche con ustedes. Aquí todo se sabe. Ella no es de aquí; dicen que vienen los veranos. No me gusta meterme, pero los vi entrar en un hotel. Sí qué gracia; es cierto que ustedes también vive en un hotel. Pero el hotel donde entraron esta tarde era distinto… De ésos, ¿eh?
Cuando al rato llegó Blanes le dije que lo único que faltaba era la famosa actriz Rivas y arreglar el asunto de los automóviles, porque solo se había podido conseguir uno, que era del hombre que me había estado ayudando y lo alquilaría por unos pesos, además de manejarlo él mismo. Pero yo tenía mi idea para solucionar aquello, porque como el coche era un cascajo con capota, bastaba hacer que pasara primero con la capota baja y después alzaba o al revés. Blanes no me contestó nada porque estaba completamente borracho, sin que me fuera posible adivinar de dónde había conseguid0 dinero. Después se me ocurrió que acaso hubiera tenido el cinismo de recibir directamente dinero de la pobre mujer. Esa idea me envenenó y seguía comiendo los sándwiches en silencio mientras él, borracho y canturreando, recorría el escenario, se iba colocando en posiciones de fotógrafo, de espía, de boxeador, de jugador de rugby, sin dejar de canturrear, con el sombrero caído sobre la nuca y mirando a todos lados, desde todos los lados, rebuscando vaya a saber el diablo qué cosa. Como a cada momento me convencía más de que se había emborrachado con el dinero robado, casi, a aquella pobre mujer enferma, no quería hablarle y cuando acabé de comer los sándwiches mandé al hombre que me trajera media docena más y una botella de cerveza.
A todo eso Blanes se había cansado de hacer piruetas; la borrachera indecente que tenía le dio por el lado sentimental y vino a sentarse cerca de donde yo estaba, en un cajón, con las manos en los bolsillos del pantalón y el sombrero en las rodillas, mirando con los ojos turbios, sin moverlos, hacia la escena. Pasamos un tiempo sin hablar y pude ver que estaba envejeciendo y el cabello rubio lo tenía descolorido y escaso. No le quedaban muchos años para seguir haciendo el galán ni para llevar señoras a los hoteles, ni para nada.

Yo tampoco perdí el tiempo – dijo de golpe.
Sí, me lo imagino – contesté sin interés.
Sonrió, se puso serio, se encajó el sombrero y volvió a levantarse. Me siguió hablando mientras iba y venía, como me había visto hacer tantas veces en el despacho, todo
Lleno de fotos dedicadas, dictando una carta a la muchacha.
Anduve averiguando de la mujer – dijo parece que la familia o ella misma tuvo dinero y después ella tuvo que trabajar de maestra. Pero nadie, ¿eh?, nadie dice que esté loca. Que siempre fue un poco rara, sí. Pero no loca. No sé porqué le vengo a hablar a usted, oh padre adoptivo del triste Hamlet, con la trompa untada de manera de sándwich… Hablarle de eso.

Por lo menos – le dije tranquilamente -, no me meto a espiar en vidas ajenas. Ni a dármelas de conquistador con mujeres un poco raras - me limpié la boca con el pañuelo y me di vuelta para mirarlo con cara aburrida – y tampoco me emborracho vaya a saber con qué dinero.
Él se estuvo con las manos en los riñones, de pie, mirándome a su vez, pensativo, y seguía diciéndome cosas desagradables, pero cualquiera se daba cuenta de que estaba pensado en la mujer que no me insultaba de corazón, sino para hacer algo mientras pensaba, algo que evitara que yo me diera cuenta de que estaba pensando en aquella mujer. Volvió hacia mí, se agachó y se alzó enseguida con la botella de cerveza y se fue tomando lo que quedaba sin apurarse, con la boca fija al gollete, hasta vaciarla. Dio otros pasos por el escenario y se sentó nuevamente, con la botella entre los pies y cubriéndola con las manos.

Pero yo le hablé y me estuvo diciendo – dijo. Quería saber qué era todo esto. Porque no sé si usted comprende que no se trata sólo de meterse la plata en el bolsillo. Yo le pregunté qué era esto que íbamos a representar y entonces supe que estaba loca. ¿Le interesa saber?
Todo es un sueño que tuvo, ¿entiendo? Pero la mayor locura está en que ella dice que ese sueño no tiene ningún significado para ella, que no conoce al hombre que estaba sentado en tricola azul, ni a la mujer de la jarra, ni vivió tampoco en una calle parecida a este ridículo mamarracho que hizo usted. ¿Y por qué, entonces? Dice que mientras dormía y soñaba eso era feliz, pero no es feliz la palabra sino otra clase de cosa. Así que quiere verlo todo nuevamente. Y aunque es una locura tiene su cosa razonable. Y también me gusta que no haya ninguna vulgaridad de amor en todo esto.



Cuando nos fuimos a costar, a cada momento se entre paraba en la calle – había un cielo azul y muchos calo-, para agarrarme de los hombros y las solapas y preguntarme si yo entendía, no sé qué cosa, algo que él debía entender tampoco muy bien, porque nunca acababa de explicarlo.
La mujer llegó al teatro a las diez en punto y tría el mismo traje negro de la otra noche, con la cadena y el reloj, lo que me pareció mal para aquella calle de barrio pobre que había en escena y para tirarse en el cordón de la acera mientras Blandes le acariciaba el pelo. Pero tanto daba: el teatro estaba vacío; no estaba en la platea más que Blanes, siempre borracho, fumando, vestido con una tricota azul y una gorra gris doblada sobre una oreja. Había venido temprano acompañando de una muchacha, que era quien tenía que asomar en la puerta de al lado de la verdulería tenía que asomar en la puerta de al lado de la verdulería a darle su jarrita de cerveza; un muchacha que no encajaba, ella tampoco, en el tipo de personaje, el tipo que me imaginaba yo, claro, porque sepa el diablo cómo era en realidad; una triste y flaca muchacho, mal vestida y pintada que Blanes se había traído de cualquier cafetín, sacándola de andar en la calle por una noche y empleando un cuento absurdo para traerla, era indudable. Porque ella se puso a andar con aire de primera actriz y al verla estirar el brazo con la jarrita de cerveza daban ganas de llorar o de echarla a empujones. La otra, la loca, vestida de negro, en cuanto llegó se detuvo un rato mirando el escenario con las manos juntas frente al cuerpo y me pareció que era enormemente alta, mucho más alta y flaca de lo que yo había creído hasta entonces. Después, sin decir palabra a nadie, teniendo siempre, aunque más débil, aquella sonrisa de enfermo que me erizaba los nervios, cruzó la escena y se escondió detrás del bastidor por que donde debía salir. La había seguido con los ojos, no sé por qué, mi mirada tomó exactamente la forma de su cuerpo alargado vestido de negro y apretada a él, ciñéndolo, lo acompaño hasta que el borde del telón separó la mirada del cuerpo.

Ahora era yo quien estaba en el centro del escenario y como todo estaba en orden y había pasado ya las diez, levanté los codos para avisar con una palmada a los actores. Pero fue entonces que, sin que yo me diera cuenta de lo que pasaba por completo, empecé a saber cosas y qué era aquella en que estábamos metido, aunque nunca pude decirlo, tal como se sabe el alma de una persona y no sirven las palabras para explicarlo. Preferí llamarlos por señas y cuando vi que Blanes y la muchacha que había traído se pusieron en movimientos para ocupar sus lugares, me escabullí detrás de los telones, donde ya estaba el hombre sentado al volante de su coche viejo que empezó a sacudirse con un ruido tolerable. Desde allí, trepado en un cajón, buscando esconderme porque yo nada tenía que ver en el disparate que iba a empezar, vi cómo ella salía de la puerta de la casucha, moviendo el cuerpo como una muchacha el pelo espeso y casi gris, suelto a la espalda, anudado sobre los omóplatos con una cinta clara -, daba unos largos pasos que eran, sin duda, la muchacha que acababa de preparar la mesa y se asomaba un momento a la calle para ver caer la tarde y estarse quiera sin pasar en nada; vi cómo se sentaba cerca del banco de Blanes y sostenía la cabeza con una mano, afirmando el codo en las rodillas, dejando descansar las yemas sobre los labios entreabiertos y la cara vuelta hacia un sitio lejano que estaba más allá de mí mismo. Más allá también de la pared que yo tenía a mi espalda. Vi cómo Blanes se levantaba para cruzar la calle y lo hacía matemáticamente antes que el automóvil, que pasó echando humo con su capota alta y desapareció enseguida. Vi cómo el brazo de Blanes y el de la mujer que vivía en la casa de enfrente se unían por medio de la jarrita el recipiente en la mano de la mujer que se hundía nuevamente, lenta y sin ruido, en su portal. Vi, otra vez, al hombre de la tricota azul cruzar la calle un instante antes de que pasara un rápido automóvil de capota baja que terminó su carrera juntó a mí, apagando en seguida su motor, y mientras se desgarraba el humo azuloso de la máquina, divisé a la muchacha del cordón de la acera que bostezaba y terminaba por echarse a lo lago en las baldosas, la cabeza sobre un brazo que escondía el pelo, y una pierna encogida. El hombre de la tricota y la gorra se inclinó entonces y acarició la cabeza de la muchacha, comenzó a acariciarla y la mano iba y venía, se enredaba en el pelo, estiraba la palma por la frente, apretaba la cinta clara del peinado, volvía a repetir sus caricias.



Bajé del banco, suspirando, más tranquilo, y avancé en puntas de pie por el escenario. El hombre del automóvil me siguió, sonriendo intimidando y la muchacha flaca que se había Blanes volvió a salir de su zaguán para unirse a nosotros. Me hizo una pregunta, una pregunta corta, una sola pregunta sobre aquello y yo contesté sin dejar de mirar a Blanes y a la mujer echada; la mano de Blanes, que seguía acariciando la frente y la cabellera desparramada de la mujer, sin cansarse, sin darse cuenta de que la escena había concluido y que ella última cosa, la caricia en el pelo de la mujer, no podía continuar siempre. Con el cuerpo inclinado, Blanes acariciaba la cabeza de la mujer, alargaba el brazo para recorrer con los dedos la extensión de la cabellera gris desde la frente hasta los bordes que se abría sobre el hombro y la espalda de la mujer acostada en el piso. El hombre del automóvil seguía sonriendo, tosió y escupió a un lado. La muchacha que había dado el jarro de cerveza a Blanes, empezó a caminar hacia el sitio donde estaban la mujer y el hombre inclinado, acariciándola. Entonces me di vuelta y le dije al dueño del automóvil que podía ir sacándolo, así nos íbamos temprano y caminé junto a él, metiendo la mano en el bolsillo para darle unos pesos. Algo extraño estaba sucediendo a mi derecha, donde estaban los otros, y cuando quise pensar en eso tropecé con Blanes que se había quitado la gorra y tenía un desagradable olor a bebida y me dio una trompada en las costillas gritando:

No se da cuenta de que está muerta, pedazo de bestia.

Me quedé solo, encogido por el golpe, y mientras Blanes iba y venía por el escenario, borracho, como enloqueciendo, y la muchacha del jarro de cerveza y el hombre del automóvil se doblaban sobre la mujer muerta, comprendí qué era aquello, qué era lo que buscaba la mujer muerta, lo que había estado buscando Blanes borracho la noche anterior en el escenario y parecía buscar todavía, yendo y viviendo con sus prisas de loco: lo comprendí todo claramente como si fuera una de esas cosas que se aprenden para siempre desde niño y no sirven después las palabras para explicar.

Juan Carlos Onetti