jueves, 6 de octubre de 2011

80 AÑOS DEL GRUPO MICHELL



* [ Nota de pie de página ]: Solo más tarde comprendí que los materiales que yo necesitaba para ese añorado texto no eran las palabras. Es decir, no eran los personajes (aunque ellos deberían regresar más tarde, reducidos a simples vestidos), ni los sentimientos ni las circunstancias que los que los movían, sino simplemente los colores, el espacio, las texturas. Pero, sobre todo, el espacio, puesto que era el espacio – el elemento más sutil del paisaje – el que rodeaba, en un estéril abrazo, la ciudad en que nací. Paraíso e infierno, pero única grandeza permitida a los limeños, era también su dimensión más secreta, era el silencio de las dunas al atardecer, eran los juegos de la sombra y de la luz sobre el territorio amado. Era la arena del desierto. Era el desierto a secas. O, en su defecto, un pedazo del mismo. Un fragmento de territorio. Una sucesión de fragmentos. Una infinita cadena de fragmentos de mi memoria, convertida en << materia pictórica>>, que conformarían ese paisaje virtual que las palabras nunca podrían devolverme. […] Por todas estas razones decidí rescatar, con la sola ayuda de mi memoria, toda la extensión costeña, fragmento por fragmento, y ellos a lo largo de toda mi existencia, no importa cuál fuera el desarrollo paralelo de mis demás actividades. A esta virtual epopeya – que culminará tan solo con mi propia desaparición – la he dominado el “ Paisaje infinito de la costa del Perú” ( Eielson, 1988 ).

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