jueves, 10 de julio de 2008

EIELSON, OTRA VEZ

Poesía es hacer mundos y “nudos”. Poesía es hacer, en griego. La diferencia entre el hacer de la palabra y el hacer de la imagen es cuestión de medios y formas. No de fines. Pues en los fines de la palabra y de la imagen se busca lo mismo: crear mundos, crear “nudos”.

Eielson era un formador de mundos/nudos. Los hizo desde la palabra y desde la imagen. Recorría ambos espacios con la holgura de los artesanos mayores. Pienso en Eguren, en Moro. Y para seguir fundando mundos/nudos, se fue de nuestro ecosistema en pos de su propia utopía. Fue lo mejor. En esa distancia se hizo más cercano. El paso de la noche oscura del alma a la noche oscura del cuerpo. Así, comprendió el final de todas las cosas y de él salió transfigurado. Por todo ello tenía que irse del Perú. Porque a veces este lugar es muy pequeño y no acepta que se pueda mirar el mundo desde el mundo.

La razón de estas reflexiones son las mismas que ocuparon la vida fundamental de Jorge Eduardo Eielson. La creación como algo esencial, sin topografías ni torturas de identidades perdidas o descubiertas. En tal sentido, resulta alentadora la apuesta de estos artistas peruanos. Tanto Lora Iturburu, Sánchez, Cavero, Orihuela y Burgos, nos muestran sus mundos/nudos a partir de una interesante e intensa lectura de la obra de Eielson. Ajenos a la estridencia que el sociologismo artístico nos ha acostumbrado, este colectivo de creadores nos revela un ámbito abiertamente esperanzador. Sin complejos, logran construir una poética que se nutre de diversos referentes, entretejiendo hábilmente distintas versiones de lo universal con las tensiones locales y los horizontes de entendimiento personal. Pero, sobre todo, evidencian una saludable inmersión en las formas obviando la ingenuidad neoacadémicista y dándole la espalda a la levedad del panfleto populista.

La creación de mundos/nudos posibles exige tener un sentido amplio y riguroso de la labor artística, en la que se unen tanto la investigación formal, el conocimiento de los conceptos y la indagación profunda en lo real. Con Eielson se aprende a reconocer la verdadera dimensión del compromiso creador. También se aprende a elevar la cabeza sobre el fango y sobre la mediocridad. Darse cuenta que hay algo más de lo habitual en el quehacer de mundos/nudos. Como este grupo notable de jóvenes artistas nos muestran en ahora.

Ricardo L. Falla Carrillo




































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