martes, 9 de septiembre de 2014

AUTODISECCIÓN



AUTODISECCIÓN

Robert Orihuela se formó como artista en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú (ENSABAP). Egresó con honores en el año 2005, recibiendo la medalla de oro al ganar el primer puesto de su promoción, en la especialidad de pintura. El trabajo que lo hizo merecedor a  este premio, se distinguió de otros por el tipo de soporte. Emancipándose del lienzo, nuestro artista se aventuró a crear su propio medio – el tejido-, dejando en claro que ya a esas alturas, lo bidimensional no lo satisfacía: la insinuación del volumen, no le bastaba; la ilusión de profundidad, tampoco.
La incorporación del hilo responde a esta inquietud.  Al reparar en las particularidades del hilo, Robert se da cuenta de las virtudes que este encarna. Al ser un material tridimensional, en él no solo habita el color, sino también el volumen y la textura. Es así como descubre el valor escultórico del hilo. Si vemos sus obras, podemos darnos cuenta de que el tratamiento del hilo es manifiestamente pictórico, pero este tratamiento también es, en alguna medida,  escultórico. La superposición de hilos, la alternancia en el grosor, el desgarro de la fibra: todo esto hace que la obra salga hacia nuestros ojos y que podamos sentir la tercera dimensión.  Podríamos decir que con el hilo no solo pinta, sino que esculpe. En ese sentido, el hilo sería lo que posibilita, en su obra, la íntima reunión de la pintura y la escultura.

Por otro lado, el hilo es, en sí mismo, metafórico. Su incorporación le permite a Orihuela abrir el plano de la metáfora. Todos conocemos lo que es el hilo en sentido literal pero, metafóricamente, cuando hablamos de “seguir el hilo” queremos decir “seguir el hilo argumentativo”, seguir la concatenación de ideas, es decir, el sentido. “Hilar”, en sentido literal, es hacer hilo; pero “hilar” en sentido metafórico, es cavilar, pensar, argumentar. Estos son los dos sentidos que se encuentran enlazados en su obra. El hilo en sentido literal es atravesado por el hilo en sentido metafórico: con la literalidad expone la metáfora. Sin embargo, la metáfora no queda solamente ahí.  El hilo está hecho de fibra, y esta constituye el segundo nivel de esta metáfora. Nuestro artista no trabaja con un hilo cualquiera: el hilo es, desde sus fibras, suyo. Esto es así en sentido literal y metafórico. En el primer sentido, porque él mismo trata el hilo desde sus fibras y, en el segundo sentido, porque al final las fibras que hila, las fibras que teje, son las suyas, las propias.

Es a partir de esta concepción de las fibras que surge la idea de la “autodisección”. Con este término, Orihuela desea aludir al proceso de abrirse a uno mismo, detener el funcionamiento del cuerpo y explorarse. Es más un proceso de introspección el que se encuentra referido aquí. Jugando con la literalidad de la autodisección, Orihuela nos permite observar su propio proceso de exploración. El uso de cierres le permite simbolizar el acto de abrirse uno mismo; el uso de audífonos y estetoscopios, el acto de escucharse a uno mismo; el uso de casetes, el acto de grabar lo vivido en la memoria.

La “autodisección” de la que nos habla es, en última instancia, el acto de explorarnos a nosotros mismos, abriendo nuestros órganos cargados de memoria, escuchándonos, palpándonos, sintiéndonos, hasta llegar a nuestras fibras más profundas, a nuestras fibras más sensibles.  Son estas fibras las que aparecen en su obra. Han sido seccionadas para ser expuestas. 
Esta tarea ha abarcado diez años. Las fibras de esta retrospectiva han sido seccionadas desde el año 2004 hasta el 2014. El periodo marcado por estos años, ha sido para Orihuela un periodo de crecimiento y maduración. La consolidación de la técnica y la evolución de su lenguaje plástico, le ha permitido exponer, en esta retrospectiva, una disección que resulta, hasta cierto punto, paradójica. La disección que él lleva a cabo es, en realidad, todo lo contrario: lejos de disecar, de alguna manera, le influye vida a lo seccionado. Ciertamente,  viendo sus obras podemos notar que en esta  “autodisección”,   aún algo se mueve,  aún algo fluye. El color se asoma, palpita y se desvanece. El volumen hace que la forma despierte. El tiempo late pictóricamente.
En efecto, en esta “autodisección”, la organicidad aflora.

Sandra Rivera Florez
Curadora independiente

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