" Respiración en dos estados subyacentes " |
miércoles, 17 de abril de 2013
GALERÍA JUAN PARDO HEEREN
El camino hacia la introspección suele ser largo y penoso. Es
la capacidad no sólo de conocer nuestros propios procesos mentales, sino de realizar
un reconocimiento consciente de las vivencias pasadas, incluyendo todo aquello
que hemos preferido olvidar o mantener oculto (incluso para nosotros mismos).
Robert Orihuela decidió aventurarse en ese viaje. En pleno
proceso, sin embargo, sucesos inesperados ocurrieron y la introspección pasó de
ser reflexión psicológica a revisión corpórea. Introspección del cuerpo, de los
órganos que llevamos dentro, de aquello que nos faculta la vida, pero que nos
la despoja también. Desde el interior, ellos regulan el organismo humano y de
su buen funcionamiento depende nuestra salud física y emocional. La observación
de lo íntimo, se vuelve entonces literal para Robert y, en un acto de auto-disección,
fija su atención en cada uno los dispositivos físicos que componen su propia corporalidad.
A manera de gran muestrario médico –o de enormes figuras de
lámina escolar-, Robert presenta una serie de imágenes de órganos y vistas
interiores del cuerpo. En ellas destacan intrincadas fibras a manera de venas y
arterias; precisamente los conductos que hacen posible el vital flujo sanguíneo.
En algunos trabajos ellas están conectadas a casettes -también diseccionados-,
que en su movimiento mecánico hacen “funcionar” corazones, cerebros y pulmones.
En otros, por lo contrario, muchos elementos se representan rasgados aludiendo
a su fragilidad. Más aún, se encuentran sobre líneas blanquinegras, a la manera
de los trajes de presidiario, como constatando que somos prisioneros de
nuestros propios órganos.
Pero puede tratarse también de excepcionales exvotos. Popularmente
realizados en pequeñas placas de latón con imágenes incisas, son ofrendas que los fieles conceden a los santos en
señal de gratitud por un don recibido. En ellos están representados los elementos
que refieren a la situación o suceso que se superó. Si bien su propósito se
aplica para conmemorar ocasiones importantes de la vida y todo tipo de logros,
la mayoría de los exvotos se concentran en motivos de salud y sanación. De allí
que en ellos observamos continuamente partes u órganos del cuerpo, en referencia al miembro o a la
enfermedad curada.
Funcionan también en este sentido las obras de Orihuela,
aunque en este caso quizás el proceso es al revés. Nos ofrenda sus exvotos para
lograr, en complicidad y con ayuda del espectador, el buen funcionamiento
corporal, la sanación.
Realizados en fibra de lana por medio de un telar de pedales,
la cura se relaciona también con un regreso a los orígenes. Técnica tradicional
del área andina, Robert la ha heredado de su padre, experto tejedor del pueblo
de San Pedro de Cajas, Junín. Después de un período de experimentación con
otros materiales, no es casual que Robert volviera al tejido. Su proceso
introspectivo lo llevó, por diferentes caminos nuevamente a casa, a la
seguridad del hogar, a la técnica ancestral, al inicio. Sólo una vez allí es
posible hallar los nuevos rumbos. Una cura urdida en trama y urdimbre.
El resultado es un conjunto de más de veinte obras que,
desde el tejido y la materialidad de la lana, y a través de un lenguaje
plenamente contemporáneo, nos hace reflexionar sobre el complejo interior del
ser humano. No desde la acostumbrada referencia a la sensibilidad anímica o a
elaboraciones mentales, sino desde la misma organicidad de nuestros cuerpos.
Pero tampoco desde la frialdad aséptica de la ciencia médica, sino desde una
perspectiva en que los órganos se vuelven símbolos, adquieren sentido vital y
nos hablan de emociones y dolores. El fin es la reconciliación con ellos y con
la vida.
Gabriela Germaná
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